Editorial revista abril 2011
ÉTICA EMPRESARIAL
Es lamentable comprobar cómo en los tiempos que vivimos, aún existe, y por desgracia cada vez más frecuentemente, la queja, que en muchos casos se vuelve denuncia estéril, sobre la falta de Ética en las distintas áreas de la vida social, política y económica de nuestro país.
Así, la mayoría de nosotros asistimos asombrados a escenarios esperpénticos y poco edificantes, que aparecen al encender nuestros televisores y conectar cualquiera de las abundantes cadenas de "entretenimiento" de las que disponemos en nuestro receptor, donde sin pudor alguno, se muestran las más intimas confesiones y conductas de personajes de la llamada Tele-Basura, y en las cuales, de forma velada, se pretende transmitir un modo de vida del "todo vale", con la única justificación de aumentar los índices de audiencia para así, poder mantener los costosísimos presupuestos en los que se han embarcado estas cadenas.
Mas escándalo y rechazo nos produce ver los juzgados de nuestro país, colapsados de expedientes por denuncias a políticos que accedieron a sus cargos con el objetivo de contribuir al desarrollo de su comunidad y de garantizar la transparencia y legalidad de la gestión que les ha sido encomendada , y que ahora se ven involucrados en turbios asuntos de manejo de fondos públicos, cohechos o prevaricaciones de muy distinta tipología y que supuestamente obedecen a intereses personales o del propio aparato político que les respalda.
No nos extraña pues, que con este panorama, se reediten obras o alegatos, que llaman a las conciencias de los ciudadanos a la "Indignación" y a la "Insurrección Pacifica". Parece como si la solución a este constante deterioro, nunca pudiera venir de los propios estamentos que la están produciendo. Algo que nos resistimos a creer.
Pero lo que aún no acertamos a entender, es cómo, ni las instituciones públicas creadas por los propios agentes sociales y económicos para defender sus intereses y garantizar su desarrollo, se ven libres de estos actos y comportamientos, que cuestionan su finalidad y su razón de ser. Recientemente estamos asistiendo a través de los medios de comunicación, a un escenario de denuncias y acusaciones de muy graves consecuencias, en el seno de la Organización Empresarial CEOE-CEPYME de Cantabria, cuando aún están presentes en nuestra memoria los conflictos vividos en su sede nacional, por asuntos que provenían del ámbito personal y profesional de sus representantes. El alto grado de responsabilidades que se pueden derivar de semejante escenario, es tan importante, que aunque no se quisiera, va a lastrar -sin duda por mucho tiempo-, la credibilidad y el fundamento de una organización que representa los intereses de cientos de empresarios de nuestra comunidad, que no quieren en absoluto verse relacionados con conductas de este tipo , y que su único objetivo al participar en estas instituciones, es el fortalecer sus empresas para que puedan mantener la creación de riqueza necesaria que garantice el bienestar y el desarrollo de todos los colectivos que se ven implicados en sus procesos productivos, así como la continuidad de sus proyectos empresariales en futuras generaciones.
Nuestro Colegio Profesional esta viviendo este conflicto de una forma doblemente dolorosa. De una parte, puede verse afectada la voluntad puesta de manifiesto en nuestra última Gala del Empresista, al resaltar y distinguir en la persona del actual presidente de la CEOE de Cantabria, la importancia que para nosotros supone el trabajo y el esfuerzo por consolidar un proyecto de fortalecimiento y unión del Asociacionismo Empresarial. Y de otra, por la ingrata y a la vez difícil labor de tener que participar en el seguimiento de este proceso, por mandato de los órganos de gobierno de esta institución, - tal vez, por el conocimiento directo que de la materia de Auditoria de Estados Contables, se atribuye a nuestro colectivo profesional-; si bien la actuación de la comisión en la que nuestro Presidente ha sido incluido, ha quedado claramente circunscrita al mero mandato de responsabilizarse del nombramiento del Auditor externo encargado de dar respuesta a la dudas que sobre la gestión del actual presidente se han puesto de manifiesto y a garantizar una total transparencia.
Por todo lo anteriormente expuesto nos vemos en la necesidad de implorar a la responsabilidad de las personas y órganos de gobierno implicados en este conflicto, para que actúen con la mayor de las exigencias para devolver a la institución de la que forman parte, el crédito imprescindible para que el desprestigio que se ha puesto de manifiesto, no afecte a toda la comunidad de empresarios que se integran en esta organización empresarial, y a que los trabajos de investigación y aclaración de las acusaciones vertidas, se desarrollen al margen del normal funcionamiento de la institución.
La honradez o deslealtad de las personas afectadas, deberá ser aclarada sin que la presencia y participación de los implicados pueda condicionar el desarrollo normal de la institución. Y una vez aclaradas las responsabilidades, restituir de sus cargos y responsabilidades a los quedaron liberados de culpa y que en prueba y garantía de su inocencia se apartaron del proceso de investigación y aclaración.
Creemos imprescindible que la Ética Empresarial, que todos pretendemos implantar en nuestros proyectos empresariales como garante de responsabilidad y compromiso hacia la sociedad para la cual trabajamos, y que exigimos al resto de los agentes sociales y políticos con los que nos relacionamos, debe ser la pauta de comportamiento de los actuales responsables de la institución. Esta en juego no solo el descrédito de las personas implicadas, sino también el de toda la Organización Empresarial, que pueda ser objeto de recelos y dudas de la sociedad de Cantabria, sobre cómo es capaz de resolver los conflictos internos en un escenario que garantice la total transparencia e imparcialidad.
Los órganos de Gobierno de la CEOE - CEPYME pueden instrumentar los acuerdos necesarios, para garantizar el normal funcionamiento de la sociedad , mientras se liberan las responsabilidades ahora puestas en tela de juicio, y establecer de forma temporal modos de gobierno que no perjudiquen a la solvencia de esta institución.
Alguien tiene que empezar a devolver la confianza en nuestras instituciones, para lo cual es necesario que la Ética Empresarial impregne todo este proceso.